martes, 22 de enero de 2013

Opinión: The Wilson that Refuses to Sing

¿Qué se puede decir sobre Steven Wilson que no se haya dicho ya? Más bien poco, la verdad. Todo el mundo ha hablado largo y tendido sobre este señor: genio irrefutable, imitador de Robert Fripp, renovador del género, jetas inconmensurable, eterno adolescente incomprendido... Lo único que no se puede decir de Wilson es que sea vago, y si bien este año no ha sido muy prometedor en cuanto a sus lanzamientos (un buen disco en directo no compensa un tediosísimo disco de estudio), 2013 parece que va a volver a la carga.

De hecho, ya ha vuelto. El nuevo disco de estudio de Steven Wilson, The Raven that Refuses to Sing, se ha filtrado por la Red de Redes y ya está disponible para su descarga ilegal. Y aunque seguramente haré un análisis más detallado del disco en cuestión (creo que a uno de mis cinco lectores le hará especial ilusión), os voy a comentar mi impresión tras la primera escucha.

Mmmmmmmmmmmmmph, me va a costar esto...

Os voy a ser sincero: no tenía mucha fe en este disco. Y ver la portada me hacía perder aún más fe. Quiero decir... ¿En serio? ¿Esa es la línea estilística que buscas, Steven Wilson? ¿Dibujos a medio garabatear dignos de la carpeta de un adolescente fan de 30 Seconds to Mars? ¿Y el título? ¿Y un cuervo? Uau, la representación de tus conflictos internos es tan insultantemente transparente que parece propio de un estudiante de Bellas Artes imitando a Tim Burton más que del nuevo gurú del prog.

Pero mi falta de fe no era sólo por la portada. Su anterior disco de estudio en solitario, Grace for Drowning, fue tan bien recibido por público y crítica que me esperaba un desastre continuista para este siguiente. Mejores y más experimentados músicos han caído en ese error, no era de locos pensar que el bueno de Steven haría lo mismo.

Porque de hecho, si de algo se puede acusar a Steven Wilson es de fijarse demasiado en sus influencias. Tiende a pensar más en qué espera la gente de su música más que en la música en sí, a ser demasiado poco... Digámoslo claro, no sonaba honesto. Excelente música, pero no era honesta. Tan sólo hay que escuchar The Sky Moves Sideways, uno de sus temas más antiguos, para ver que no digo ninguna mentira. O Russia on Ice, o Radioactive Toy, o The Sleep of No Dreaming, o Tinto Brass, o... Pero eh, poco a poco fue desarrollándose como músico y a encontrar su sonido, y sus discos fueron cada vez más personales y únicos. Bueno, salvo por Time Flies... ¡pero era intencionado! ¡Eso no cuenta!

Predecible o no, nadie puede negar la labor de Steven Wilson por el rock progresivo. Ha sido el encargado de remezclar y relanzar al mercado varios de los discos más importantes de la historia del movimiento, así como encargarse de la macro-campaña del 40 aniversario de King Crimson. Además, una de las razones de que el progresivo vuelva a estar en las portadas de la prensa "especializada" es él, con el permiso de Muse (lo cual debería hacernos planearnos muchas cosas. Quiero decir, si es necesario Muse para hablar de prog en la Rolling Stone... no, eso lo comentamos otro día.).

Y puedo entenderlo. Su música era un extraño equilibrio perfecto entre rock progresivo, pop elegante, música alternativa y ese toque emo-oscuro, que hacía que gustara tanto a fans de Camel, Dido, Radiohead y Panic! at the Disco. Una fórmula inmejorable, gustaba a todo el mundo y era respetado por toda publicación melómana. 

En ningún momento digo esto en detrimento de su calidad, no quiero que penséis que la música no sea buena. De hecho, este último LP puede que sea el mejor de los tres de su carrera en solitario. Yo mismo me considero fan de su música y su sonido, desde el prog bañado de ácido de sus primeros trabajos hasta las suaves guitarras de Trains, o de sus golpes más metálicos de estos últimos años.

Y si algo se puede decir de este disco, es que es la culminación máxima de toda su carrera. Una amalgama completa de todas sus influencias, todas sus vertientes y todos sus estilos compositivos. Parece que los LPs anteriores eran pequeños escalones hasta llegar a The Raven that Refuses to Sing. Eso tiene que ser algo bueno, ¿no?

Mmmmmmmmmmmmmph...

Pongámonos en situación: Steven Wilson, líder de un sinfín de proyectos musicales (algunos de ellos infumables y otros de ellos muy interesantes) decide poner fin a Porcupine Tree para centrarse en su carrera en solitario. Después de dos discos, aparece el tercer LP. El de consolidación. El que debe confirmar que éste es su nuevo proyecto central.

El disco abre con Luminol. ¿A qué suena? A Porcupine Tree.

El segundo corte, titulado Drive Home, ¿a qué suena? A Porcupine Tree.

El cuarto tema, The Pin Drop, ¿a qué suena? A Porcupine Tree.

...

Hum...

¿Qué cojones...? ¿Por qué matar Porcupine Tree si vas a sonar a lo mismo de siempre?

Así que después de alzar tu banda a los cielos del respeto, siendo considerada por mucha gente una de las formaciones abanderadas del movimiento progresivo de los noventa, la desmontas, dejando un excelente legado tras de sí, para iniciar una carrera en solitario que ha ido evolucionando hasta sonar como la banda que acabas de desmantelar... Su carrera en solitario se cimienta en una simple estratagema para hacer lo mismo de siempre, pero habiendo atraído la mirada de todo el mundo después de hacer un poco de ruido con el fin de una buena banda musical. ¿En qué lugar deja eso a sus fans?

¿Soy el único que cree que Steven Wilson nos ha hecho perder el tiempo a todos? ¿Después de conseguir que Porcupine Tree tenga un sonido y una identidad propia vuelve deliberadamente a la primera casilla, donde su sonido era tan programado que casi entraba en la categoría de música derivativa? Viendo lo que ha hecho, ¿es digno ver por qué ha muerto Porcupine Tree? Prefiere Steven Wilson mantener en activo Blackfield, Bass Communion y el infumable Storm Corrosion... ¿pero Porcupine Tree no se merece una inversión de tiempo por su parte?

Siento que The Raven that Refuses to Sing es la confirmación del gigantesco rodeo sónico que ha dado Steven Wilson desde 1991. Siento que este disco es la representación de un artista que evoluciona e involuciona volviendo a su estado embriónico. Siento que este LP intenta desesperadamente ser progresivo, y un disco tan transparente puede pasar para un debutante, pero Steven Wilson lleva muchos años en la cima como para excusarle. Siento que éste es el disco donde puedo mirar a los ojos a todo el mundo que critica a Steven Wilson diciendo que su prog de diseño es demasiado obvio y decir: "estoy con vosotros". Siento que The Raven that Refuses to Sing es el mejor disco de toda la carrera de Steven Wilson. Y que su mejor disco sea el que me haga sentir perder el tiempo, no puede ser buena señal.

1 comentario:

  1. Saludos

    Quiero creer que del momento en el que publico su opinión a este momento ya haya recapacitado.

    Si no creo que tiene un gusto incrustado (Porcupine Tree) que no le deja ver que ese proyecto estaba por demás muerto, el ultimo disco fue un masivo de temas intensos pero de poca relevancia.

    Creo que tiene mucha razón en una cosa, Steven Wilson maneja una estructura muy similar desde hace algunos años, estructuras simples o básicas (A, B, C), con compases compuestos, pero muy simples al fin, pero con suficiente libertad como para que cada instrumento encuentre su lugar, y seguramente por trabajar con esa lógica ha sido muy buscado para trabajar en la mezcla del sonido de varias bandas.

    ¿Porque repetir el mismo esquema entonces? Musicalmente Porcupine Tree ya había agotado su beta, Steven Wilson es muy buen líder y lo que necesitaba era músicos nuevos que le permitieran explorarse mas. Si lo que define a Steven Wilson es la forma tan simple de trabajar cosas complejas (el mismo ha reconocido numerosas veces que NO hace rock progresivo que es mas complejo), lo que define a TRTRTS no es la estructura sino la complejidad de cada instrumento, Steven Wilson se encargo de reclutar a verdaderos maestros y puede buscar que cualquiera de ellos han sido nombrados como de los mejores entre círculos especializados de jazz, fusión y progresivo, esa es la gran riqueza del disco un líder de estructuras simples (no tanto en este ultimo disco) con un gran equipo de expertos.

    A mi parecer, y creo que se suficiente sino que demasiado de Diseño, juzga muy mal el arte del disco puesto que es original y va muy acorde a la temática del disco.

    Si ya se ha sentado a escuchar el disco "a la luz de las velas" y no le ha transmitido nada, creo que la mala señal es que es muy insensible mi amigo como para poder apreciar el disco (y otros seguramente) Amén del gran trabajo que hizo Alan Parsons.

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